Israel, ante un giro de su historia...
Ariel Masovetzky
Israel buenas noticias
Ariel Masovetzky
Israel buenas noticias
Durante varios días, mientras recogía las noticias que Israel produjo el mes pasado, me preguntaba si las manifestaciones callejeras en reclamo de alquileres más accesibles -con carpas en las calles más emblemáticas en los principales municipios y marchas cada vez más numerosas hasta llegar a 250.000 personas en Tel Aviv y más de 300.000 en todo el país, podían enmarcarse en "buenas noticias".
Y no encontré razones para pensar lo contrario.
Metafóricamente si bien no es una buena noticia tener que ir al médico, sí lo es la decisión de hacerlo para no seguir sintiéndose mal. Aquí hay un pueblo que ve que sus esfuerzos no le alcanzan para vivir dignamente, entonces sale a pedirle -respetuosa, amablemente- a su gobierno (al que mayoritariamente seguirían votando) que le proporcione las herramientas, las medidas socioeconómicas necesarias para solucionar sus asuntos.
En ediciones anteriores advertíamos -sin editoriales altisonantes, pero con información concreta- que Israel había entrado en la OCDE, con lo que se contaba como una de las 30 naciones más ricas del mundo, pero que era, mientras tanto, uno de los países que distribuian peor la renta producida.
El mes pasado, cuando una campaña por Facebook consiguió que las cuatro principales empresas productoras de queso cottage bajaran sus tarifas, nos preguntábamos al final de la nota que pasaría si los israelíes, sabedores del poder que pueden tener cuando hacen reclamos concretos y se unen iban sin banderías políticas por el costo del rivit (interés) bancario, de otros precios fijos desnivelados, entre los que mencionábamos al alquiler. No fue periodismo de anticipación sino ver nuestra realidad y la de la gente que nos rodeaba.
Ocurrió. No fue una rebelión ni izquierdista ni anarquista porque algún muchachito aprovechase para hacer flamear una bandera roja. Rápidamente tuvo que guardarla, porque la única bandera que caracteriza a estas marchas es la bandera nacional. No busca derribar a un gobierno, no hay consignas contra el Primer Ministro, al que mayoritariamente respetan y que ganaría una elección, incluso, pese a esta rebelión.
Es el grito no desesperado pero firme y convencido de los que no están dispuestos a seguir retrocediendo ni hundiéndose.
En Israel hay casi pleno empleo. No es España, el mote de "indignados" que aplican los periódicos españoles a los manifestantes israelíes es inexacto o malintencionado. El desempleo es del 5,7%. Está en el 7o. lugar en el mundo en lo que hace a salud. En julio de 2010, hace 12 meses, el 84% de los jóvenes, muchos de los que hoy manifiestan, decían ser felices o muy felices. Está 25 en el mundo por calidad de vida. El 24% de sus trabajadores son universitarios.
Pero si un alquiler se lleva medio sueldo, y los impuestos cerca de un 15%. Si tener un hijo es un lujo, con el peligro que la baja natalidad trae a un país rodeado de enemigos con una tasa de natalidad muy alta; y el otro problema que es la esperanza de vida muy alta, con lo que cada vez menos gente en edad de trabajar va a tener que sostener a los mayores... Si hay renuncias de médicos en masa a los hospitales porque sus ingresos son una verguenza por el excelente servicio que brindan, más bajos que un sueldo de limpieza o una baby sitter. Si el aumento de la nafta es casi una noticia diaria, con lo que todo se encarece... Entonces es hora de reaccionar, y si el gobierno no podía hacerlo solo, el pueblo en estas marchas le está indicando que lo haga, que lo van a acompañar si se anima. Israel tiene los mejores técnicos económicos. Un "dream team" con Stanley Fischer, hombre del FMI, al frente del Banco de Israel. Con un prestigioso Ministro de Economía. Con un Primer Ministro que también es un eximio economista. Los tres son neoliberales. Y van a tener que aprender keynesianismo acelerado, para elaborar un New Deal a la israelí. No pueden dejar al arbitrio del mercado la solución de todos estos asuntos. Plata hay.
El pueblo está dando cátedra al mundo una vez más de democracia. Peticionar al mundo sin alzar la voz, sin violencias. No hay un solo vidrio roto. Por parte del gobierno, también marche un aplauso: no hay represión ni detenidos.
Los cientos de carpas instalados en el boulevard Rotschild (el nombre parece sacado de un cuento de Kishon) parecen un gigantesco majane (campamento), una estudiantina ordenada frente a las casas más elegantes de Tel Aviv.
Netanyahu puede utilizar su inteligencia para aprovechar toda esta situación, negociando y acordando. Saldría muy fortalecido, y su nombre quedaría para siempre en letra grande en los libros de historia, tal como su ego lo requiere.
Con el mismo espíritu con que defiende a los pioneros de Judea y Samaria, evitando que una situación choque contra la otra, porque él es el Primer Ministro de todos los israelíes. De unos y de otros.
Y todos merecemos vivir bien, porque el país tiene recursos.
Aceptará Netanyahu el extraordinario desafío que tiene delante suyo, o se diluirá en discursos, comités de estudio y la apuesta a que la gente se canse?
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