miércoles, 28 de julio de 2010

Fwd: Daniel Vidart Palestinos-israelíes. Un conflicto más complejo que una guerra en sí. (es largo pero completo)




 
 
 
 
 
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Palestinos-israelíes. Un conflicto más complejo que una guerra en sí.

 

Daniel Vidart

La Republica. Uruguay

5 de julio del 2010

 

 

Tal es lo que sucede con la sangrienta y dolorosa contienda entre el Estado

de Israel y los musulmanes palestinos.

Esa lucha no solamente se ha entablado por el dominio de un territorio sino

también por la legitimidad de los nombres y la verosimilitud de las

tradiciones, un campo propicio para el quehacer de los antropólogos.

El enfrentamiento no se agota en el choque armado entre los israelíes no

todos judíos, pues muchos de ellos desestiman la religión del Tanaj y el

Talmud, y los árabes tampoco todos musulmanes, como lo ejemplifican los

cristianos libaneses. Los palestinos están divididos en dos bandos: por un

lado el intransigente Hamas y por el otro, Al Fatah, más conciliador. El

Hamas, concentrado en Gaza, quiere borrar a los israelíes del mapa, e igual

destino procura para Al Fatah, confinado en Cisjordania, donde gobierna la

Autoridad Palestina. Este grupo fue expulsado con grandes pérdidas de

vidas de la Franja de Gaza por los violentistas del Hamas, su enconado

enemigo.

 

Los antiguos pueblos que reivindican los palestinos de ambos bandos como

"antecesores" directos, lo que les otorgaría el derecho histórico de ser los

dueños de la tierra que, según afirman, les han robado los "usurpadores"

israelíes, son: a) los filisteos que, no bien desembarcados, se enfrentaron

con los cananeos y los hebreos, etnias presentes desde hacía muchos siglos

en la región, y que al cabo de cruentas batallas los exterminaron, y b) los

cananeos, cuya extinción somática y cultural certifican la historia y la

geografía.

 

Los cretenses filisteos del lejano ayer no son los antepasados de los actuales

palestinos. La cáscara del nombre no coincide con el grano de la cosa. Los

"palestinos" de hoy nada tienen que ver con los viejos "pueblos del mar",

entre cuyos patronímicos figura el de pelestim. Del mismo modo tampoco

son descendientes de los cananeos, que se fueron acabando al combatir

primero y luego mestizarse con los hebreos, y a tal punto, que nada resta de

ellos sino la memoria de su abolida presencia.

El Estado de Israel

 

Comienzo advirtiendo un detalle que el furor de las actuales discusiones a

veces no permite tener en cuenta: el Estado de Israel es una cosa y su

gobierno otra. Se puede estar en contra de las resoluciones de sus

conductores políticos como muchos israelíes, desde adentro, lo han

manifestado, con toda razón, y como tantos, desde afuera, abogan por su

renuncia, o cosas peores pero no contra el derecho a existir en pacífica

convivencia con sus vecinos. Quienes lo quieren aniquilar, con todo y sus

habitantes, son potenciales genocidas, como en la realidad histórica fueron

los nazis. La República Islámica de Irán proclama a los cuatro vientos que

luego de ahogar a los israelíes en el Mediterráneo quemará hasta el hueso

su Estado y pertenencias. Muchos de los autodenominados "progresistas"

vernáculos aprueban esos desplantes criminales. O los callan, como

también sucede con los amnésicos que "olvidan" o "desconocen" la diaria

matanza que los egipcios, islámicos al igual que sus víctimas, practican con

los palestinos de Gaza asesinándolos en los túneles que aquellos excavan

para burlar ese no citado ni criticado bloqueo. Se cuentan por cientos los

muertos. Pero el cómplice silencio de los mass media parece remitir a

subrepticias órdenes de no denunciar esos delitos de lesa humanidad.

 

 

El proceso fundador del Estado de Israel se inicia en la Naciones Unidas el

29 de noviembre de 1947. Al promulgarse la Resolución 181 de la

Asamblea General, resuena fuerte y convincentemente la voz del

representante uruguayo Enrique Rodríguez Fabregat. Meses después, en

mayo del 1948, se produce la Declaración de Independencia. No bien se

aprueba la Resolución de las Naciones Unidas se inician las hostilidades de

los árabes locales, que por entonces no se llamaban palestinos sino árabes

habitantes de Palestina. El ataque de los ejércitos islámicos se produce

cuando se retiran los británicos. Israel, al ser salvajemente agredido hecho

que asume la entidad de un pecado original, cuya permanencia ensombrece

a los descendientes de aquellos atacantes, si nos atenemos al estigma

bíblico era un Estado pequeño que ocupaba "la sexta parte del 1% de la

masa de tierra de Medio Oriente". Recién comenzaba a organizarse y

armarse, en respuesta al manifiesto propósito de los árabes, quienes

procuraban destruirlo. Sin que tuviera tiempo de respirar siquiera soportó la

avalancha de cinco de los siete países integrantes de la Liga de Estados

Arabes, existente desde 1945. En ella figuraban Egipto, Irak, Siria,

Transjordania, Arabia Saudita, Yemen y Líbano. Los ejércitos islámicos no

pudieron borrar de la faz de la tierra a los israelíes y a su novel Estado,

instituido sobre una desértica región y no sobre feraces y prometedoras

comarcas. No hubo recuerdo de este terrible abuso por parte de quienes

protestaron vivamente por la erección de un muro que, en definitiva, acabó

con los atentados terroristas y sus devastadores efectos. En cambio no

nombran el muro metálico egipcio, en vías de construcción subterránea.

 

¿Qué palestinos?

 

Vamos a examinar ahora los dichos de quienes niegan la existencia

milenaria de los palestinos en esa región, tal cual éstos lo sostienen con

vehemencia.

 

El ilustrado tratadista libanés Ph. Hitti, autor de dos libros fundamentales

sobre la historia de los árabes, escribió: "No existe ninguna cosa llamada

Palestina en la historia, absolutamente no".

 

Auni Bey Abdul-Hadi, por su lado declaraba: "No existe ningún país que se

llame Palestina. Palestina es un término inventado por los sionistas. No hay

ninguna Palestina en la Biblia. Nuestro país ha sido por siglos parte de

Siria. Palestina es ajena para nosotros". (British Peel Commision, 1937)

Otro árabe dijo: "No hay diferencias entre los jordanos, palestinos, sirios y

libaneses. Somos todos parte de una misma nación. Es solo por razones

políticas que subrayamos con énfasis nuestra identidad palestina [...] La

existencia de una entidad palestina separada sólo sirve por propósitos

tácticos. La fundación de un Estado palestino es una nueva arma para

continuar la batalla contra Israel". (Zuhair Mush, comandante de la OLP,

Organización para la liberación de Palestina)

 

Más de un lector se sorprenderá al leer declaraciones provenientes de

árabes. Voy a reforzarlas con una más contundente todavía. Se trata la de

un escritor y periodista cristiano de origen árabe que vive lejos de su tierra

pues, de haber permanecido en ella, habría sido considerado como un

mushrikum (pagano) o un kafir (de kufr, "el que oculta a Alá", infiel), amén

de otros inconvenientes de mayor entidad, que no detallo.

 

"De hecho no existe tal cosa como el pueblo palestino, o una cultura

palestina, o una lengua palestina, o una historia palestina. Nunca existió un

Estado, ni ha sido jamás encontrado ningún resto arqueológico o moneda

palestina. Los actuales palestinos son un pueblo árabe, de cultura árabe,

lengua árabe, historia árabe. Tienen sus propios estados árabes desde donde

emigraron a la tierra de Israel hace aproximadamente un siglo atrás con el

fin de contrastar la emigración judía. [....] Ellos eran jordanos (otra reciente

invención británica, porque jamás existió un pueblo conocido como

jordano) y después de la Guerra de los Seis Días, en la que Israel derrotó de

manera categórica y aplastante la coalición de estados árabes [....]

experimentaron una especie de milagro antropológico y descubrieron que

eran palestinos, algo que no sabían el día anterior. [....] Esta gente, teniendo

una nueva identidad, debía construirse artificialmente una historia, es decir,

debían robar la historia de algún otro, y debían hacerlo de tal modo que las

víctimas de tal robo no se quejaran, ya que no debían existir más. Entonces

los líderes palestinos se arrogaron dos alinajes contradictorios de antiguos

pueblos que habitaron la tierra de Israel: los cananeos y los filisteos"

(Joseph Farah, periodista. Mitos del Medio Oriente)

 

 

No finalizo aún. A estas voces de personajes notorios se suma la de un

militante activo de la OLP, Walid Shoebat: "¿Por qué el 4 de junio del

1967 yo era un jordano y de repente, al otro día me transformé en un

palestino? A nosotros no nos importaba que hubiera un gobierno jordano.

La enseñanza de que debíamos lograr la destrucción de Israel era parte

definida en nuestro currículo, pero nos considerábamos a nosotros mismos

como jordanos hasta que los judíos regresaron a Jerusalén. Entonces

improvisadamente todos fuimos palestinos: quitaron la estrella de la

bandera de Jordania y en un momento tuvimos la bandera palestina".

 

 

¿Estas son meras afirmaciones caprichosas o trasuntos de una innegable

realidad? ¿Existen detrás de estos categóricos dichos dos peripecias

históricas separadas por tres milenios y protagonizadas por dos distintas

estirpes de filistim una extinguida, la verdadera, y otra viviente, la

inventada o provienen de voceros "traidores" o "comprados por los

enemigos capitalistas e imperialistas?" Para facilitar el entendimiento de

una intricada urdimbre voy a distinguir los antiguos filisteos de los actuales

palestinos del terruño; aquellos llegados desde la isla de Creta hasta las

costas mediterráneas del Cercano Oriente, hace más de treinta siglos, y

éstos aparecidos en el escenario levantino partir de una serie dramática de

acontecimientos, muy próximos a los actuales días.

 

 

Los invasores desembarcaron en las costas levantinas hace unos 3.200 años

y avanzaron tierra adentro, luchando contra los hablantes de lenguas

semíticas allí establecidos.

 

Semitas son las lenguas y no los pueblos. En consecuencia, si nos referimos

a comunidades semitoparlantes señalamos a los árabes y los judíos a la vez.

Decir antisemitismo al barrer es incorrecto. No confundir, pues,

antisemitismo con judeofobia o arabofobia, término este último que se está

difundiendo vertiginosamente en Europa, donde residen ya 52 millones de

musulmanes.

 

El pueblo del mar desembarcado en las playas de la Franja de Gaza era el

minoico o cretense, expulsado de su isla por los dorios, una avanzada

griega de lengua aria, propia de los indoeuropeos.

 

A los invasores se les llamó peleshet, voz derivada de pelesh, "intrusos",

deformando intencionalmente, como veremos, el nombre que a sí mismos

se daban los recién llegados. Este no era otro que el arcaico gentilicio de

los filisteos. El nombre "filisteos" se aplicó a la confederación de los

navegantes cretenses que se enfrentaron con los cananeos y hebreos. Estos

habitantes del Canaán los llamaron keretim y pelestim respectivamente. La

presencia de los inmigrantes provocó la alianza de los antes nombrados

hebreos y cananeos contra un enemigo común. Filisteos y pelestim, pues,

son la misma cosa.

 

Las leyendas de Sansón, vencido por las malas artes de la filistea Dalila, y

de David, el joven hondero que mata al gigante filisteo Goliat, recuerdan

episodios de una larga lucha.

 

En lo que va de la nota he nombrado solamente a los hebreos y no a los

judíos.

 

Estos, según suponen algunos historiadores, comenzaron a llamarse así

cuando el persa Ciro liberó del cautiverio en Babilonia, que duró desde el

586 al 536 antes de nuestra era, a la flor y nata de la dirigencia religiosa, el

mando político y el pensamiento hebreo.

 

Por esas ironías de la historia los cretenses-filisteos recién llegados

fundaron Gaza, a la que denominaron primitivamente Minoah, en recuerdo

de la perdida patria minoica. Los filisteos resistieron largo tiempo el asedio

de los hebreos y a la larga se fueron mezclando. Perdieron su identidad, su

corporeidad, desaparecieron del mapa y de la historia. Cuando los ejércitos

invasores de sucesivos imperios asirios, babilonios, persas, macedonios,

lágidas y seleúcidas pasaron su rastrillo mortal sobre las tierras bíblicas, los

contingentes filisteos apenas subsistían o habían sido ya liquidados por los

hijos de la tierra. Al llegar Pompeyo con las legiones romanas hacia el 63

de nuestra era, sofocando un breve período de independencia judía, sólo

quedaba la memoria de sus depredaciones. Luego del último estertor de la

despareja lucha de los judíos contra el poderoso imperio romano, que

desencadena en el 73 de nuestra era la epopeya de Masada, el emperador

Adriano cambia el nombre de Judea por el de Syria philistina (que se

tradujo como palestina), un toponímico odioso a los judíos, para castigarlos

con el perpetuo recuerdo de los derrotados filisteos.

 

Y, de paso, arteramente, para borrar de la tierra el nombre de Judá.

Jerusalem, por su parte, pasó a llamarse Aelia Capitolina.

La gran mayoría de los judíos, expulsados a sangre y fuego, comenzó su

dispersión por el viejo mundo.

 

Un fenómeno parecido, pero igualmente catastrófico, había ocurrido hace

2586 años, cuando Nabucodonosor II se apoderó del Reino de Judá, y, al

tiempo de destruir por primera vez el Templo, apresó a la dirigencia de los

hebreos, aunque no a todos, trasportándolos a Babilonia.

Ya me referí antes a este episodio. Pero no hubo entonces una diáspora

(casi) total, Tefuzot, sino un exilio selectivo, Galut.

 

Una última precisión lingüística: los invasores venidos del mar se llamaban

a sí mismos palasta, dado que en Egipto, donde también llegaron, se les

conoció como palusata.

 

Otras denominaciones son la del acadio hablado por los asirios, palastu, y

la de los hebreos, pelestim o p´listim. De aquí provienen la voz griega

philistinoi y la latina philistinus. Y la castellana palestinos.

Los antiguos señores de la tierra

 

Antes de la llegada de los hebreos al país de Canaán lo habitaron diversas

etnias, una de las cuales, siete mil años antes de nuestra era, levantó la

ciudad Er Riha, o sea Jericó. Las tribus van y vienen en este convulso

escenario hasta que en el milenio VI antes de la actualidad se conforma la

nación cananea, integrada por una fusión de pueblos, uno de los cuales, el

asentado en el litoral mediterráneo, dio origen a los kana´ana, o sea

"traficantes". A estos avezados marinos, fundadores de lejanas factorías, los

griegos llamaron phiniki, "rojizos", y de ahí "fenicios". Otros grupos de

cananeos se extendían desde los altos del Golán hacia al sur, en ambas

márgenes del río Yarden (Jordán). No es posible resumir la tumultuosa

historia del Canaán, región ocupada también por otros pueblos como los

jebuseos, constructores de la amurallada Jerusalem (Yerushalayim). Entre

las tribus que llegaron al Canáan 3850 años a.p. figuraban la de los

nomádicos apiru (hebreos). La permanencia de los hebreos en la Tierra

Prometida se extiende por dos siglos, hasta el 3650 a.p.

 

Ocurre entonces la invasión egipcia y el subsiguiente cautiverio del que se

liberan entre las discutidas fechas del 3450 o el 3150 a.p. y regresan a la

Tierra Prometida, donde luchan a muerte con los cananeos.

 

Importa advertir, dando un salto atrás, que los hebreos, en el momento de

su inicial arribo al Canaán, no se mezclaron con los cananeos, pues el

mestizaje estaba prohibido por los patriarcas. Durante el reinado de David

el mestizaje con los cananeos había terminado. Nace entonces el Maljut

Yisrael, el Reino de Israel. Los invasores islámicos ocupan esa región en el

año 637 de nuestra era. Posteriormente los Cruzados se apoderan de

Jerusalem en el año 1099 y acaban con todos sus habitantes. Por dos siglos,

hasta ser expulsada, la cristiana Europa medieval tuvo en jaque a quienes

habían ganado esos territorios mediante el Jihad ("esfuerzo" y no Guerra

Santa) de la espada.

 

No obstante, las reiteradas arremetidas de la cruz no pudieron expulsar a

los "perros infieles", como por entonces se motejaban recíprocamente

musulmanes y cristianos. Permanecían allí unas pocas comunidades judías

cuando la región fue ocupada por los turcos del Imperio Otomano y

posteriormente por los británicos, finalizando la Primera Guerra Mundial.

Despoblada, desolada, la patria ancestral era por entonces un reseco

territorio, donde medraban escasas aldeas de judíos y transitaban los

camelleros árabes.

 

Visto lo anterior surge sola la pregunta: ¿Los palestinos forman una nación

distinta a la de los árabes o son árabes llegados a esa zona desde otros

puntos y denominados así luego de la guerra de 1967? Mantengo mi epojé,

mi suspensión del juicio, hasta que se demuestre la presencia del gentilicio

"palestinos" y de los palestinos como tales a lo largo del siglo XX. Que

responda "la otra biblioteca". Lo aguardo.

 
 
 
 
 
 

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