UNA FRONTERA AL ROJO TRAS 4 AÑOS DE PAZ FRIA
Sal Emergui
Frontera Israel-Líbano
Elmundo.es
La línea parece tranquila. Parece pero no lo es. La calma en la frontera entre Israel y el Líbano, la más prolongada en décadas, es un espejismo antes de que el sonido de la guerra altere de nuevo la pastoral zona. Más armados que nunca, el grupo chií Hizbulá y el Ejército israelí conmemoran el cuarto aniversario de su enfrentamiento amenazándose y espiándose sin disimulo.
En medio, la Fuerza Interina de Naciones Unidas en el Líbano (Finul), encabezada por el general español, Alberto Asarta. «Valoramos la seriedad del general Asarta, que muestra una gran disposición a cumplir la misión en una zona muy compleja», dice a EL MUNDO un oficial israelí a los pies del Líbano. Sobre los efectivos españoles, opina: «No es casual que estén desplegados en la franja más sensible y peligrosa, ya que son muy profesionales. No están de vacaciones y eso no gusta a los terroristas de Hizbulá. No se olvide del atentado contra su patrulla hace tres años». Desde su jeep militar se ven banderas de Hizbulá en las aldeas libanesas que en las últimas semanas han sido escenario de 20 incidentes entre sus habitantes y la Finul. En Tulín asaltaron un vehículo blindado de los cascos azules franceses, hiriendo a varios y apoderándose de sus armas.
Tras la protesta de Asarta, el presidente libanés, Michel Suleiman, declaró que «la presencia de la Finul es primordial para aplicar la resolución 1701», que puso fin a la guerra. «El ataque contra la Finul es muy grave. Hizbulá continúa armándose y teniendo presencia al sur del río Litani», acusa el oficial israelí, que añade: «Hizbulá no deja de vigilarnos. Filma nuestros movimientos».
Enemigos más fuertes
Aquí nadie olvida el 12 de julio de 2006, cuando un ataque de Hizbulá acabó con la muerte de ocho soldados y la captura de otros dos cuyos cadáveres fueron posteriormente canjeados. Israel respondió invadiendo el sur del Líbano y bombardeando objetivos de Hizbulá, pero también puentes, aeropuertos y miles de viviendas. El grupo chií lanzó 4.200 misiles y cohetes contra las poblaciones de Israel. Balance: 1.191 libaneses y 165 israelíes muertos. Cuatro años después, Hizbulá y el Tzahal son infinitamente más fuertes. El primero posee más de 40.000 cohetes y misiles, domina el sur del Líbano y tiene gran influencia política. El segundo ha experimentado una revolución con más entrenamientos y unidades desplegadas. Sus bases y patrullas están mejor protegidas. «Hizbulá tiene capacidad para atacarnos pero no tiene interés, ya que sabe cuál será nuestra respuesta», advierte un oficial mientras recorremos la frontera. La disuasión frente a Hizbulá, dice, se basa en la doctrina Dajia, el feudo chií bombardeado en Beirut.
El coronel Ronen Marley afirma que «Hizbulá sigue armándose gracias a Irán y Siria. Ha creado una infraestructura militar en 160 aldeas chiíes». En una medida inusual, expone un mapa aéreo de la aldea Al-Hiyam, señalando 10 depósitos de armas cerca de colegios y edificios públicos. «Es contraproducente para nosotros divulgar esta información, pero queremos avisar a la ONU para que frene el despliegue de Hizbulá. Antes escondía sus misiles en zonas abiertas y ahora el 75% está en aldeas y ciudades», concluye.
Fuentes de Hizbulá reconocen al diario Asharq al-Awsat «estar en estado de máxima alerta, ya que Israel prepara algo». «Su fracaso en la próxima guerra será más grande que en 2006», pronostica el dirigente chií Naim Kassem, que exige a la Finul «no hacer nada que pueda inquietar a nuestros habitantes. Debe tener cuidado con lo que hace».
Un oficial israelí defiende el vuelo de sus aviones sin piloto, denunciado por el Líbano ante la ONU. «Así sabemos en qué casa está cada oficial terrorista y dónde esconden sus armas. Tienen 20.000 chiíes armados de los que un tercio ha recibido entrenamiento en Irán», nos revela. El coronel Fridman advierte: «Las infraestructuras civiles usadas por Hizbulá para fines militares podrían ser dañadas en un enfrentamiento. Si los libaneses toman conciencia de esta posibilidad, Hizbulá se lo pensará dos veces antes de atacar».
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