La 'mancha' de Qatar
12 DIC 2010
El Barcelona ha llegado a un acuerdo con el gobierno qatarí para vender su camiseta los próximos cinco años y medio a cambio de 170 millones de euros. Una operación impecable a nivel económico, que rompe todo tipo de récords en el mundo del fútbol y que ayudará a tapar los socavones económicos que se arrastran desde pasados mandatos. Un trato que pocos clubes, por no decir ninguno, habría rechazado.
Pero, más allá del jugoso negocio, la directiva presidida por Sandro Rosell no ha vacilado un instante a la hora de traspasar la barrera del romanticismo. El Barcelona nunca en su historia -si exceptuamos algún que otro partido amistoso- había cobrado dinero por estampar publicidad comercial en su camiseta. No sólo eso. En una operación de márketing sin precedentes, Joan Laporta -excelentemente aconsejado por el ex directivo Evarist Murtra- logró que un organismo referencial en el ámbito de la solidaridad como Unicef propulsara la elástica azulgrana hacia una nueva dimensión. Cierto es que, por ello, el Barcelona debía pagar 1,5 millones de euros anuales. Pero, a cambio, la entidad azulgrana veía cómo su imagen corporativa multiplicaba su valor, tanto a nivel económico como social.
Rosell ha decidido que es el momento de dejar a un lado la solidaridad y la especial singularidad que aportaba un anunciante único como Unicef para dejar paso a los petrodólares qataríes. "No se puede ser solidario si no tienes dinero", soltó sin reparos el vicepresidente Javier Faus el pasado viernes. Ahora bien, el salto de Unicef a Qatar Foundation, por mucho que el propio Faus asegure que cuentan con perfiles solidarios similares, por mucho que ambos emblemas puedan llegar a conjuntarse en la camiseta, conlleva alguna que otra contradicción de carácter moral que también debería ser valorada (tal y como se hizo en su día con la posibilidad de que el anunciante fuera el gobierno comunista chino o la empresa de apuestas Betandwin).
Insiste el Barcelona, y razón no le falta, que sería una temeridad comparar Qatar con países como Uzbekistán, aquel lugar recóndito donde Laporta se hartó de hacer negocietes mientras asistía a pases de modelo del brazo de Julio Iglesias o de la hija del dictador. Pero Qatar, aunque sea uno de aquellos países emergentes del Golfo Pérsico que han logrado convertirse en la niña bonita de los gobiernos occidentales gracias a sus grandes reservas de gas y petróleo, también sigue estando en el punto de mira de organizaciones como Amnistía Internacional, que le acusa de vulnerar los derechos de la mujeres, los homosexuales (la sodomía puede llegar a ser castigada con la pena de muerte) o incluso de los trabajadores.
Ese mismo Barcelona que hasta la fecha ha hecho gala de su solidaridad, de priorizar un concepto como el 'més que un club', que va más allá de toda necesidad económica -aunque la deuda supere los 430 millones de euros- está pactando también con una fundación que ampara ideas como las del clérigo Yusuf al Qaradawi. La Facultad Qatarí de Estudios Islámicos, que forma parte del entramado de la Qatar Foundation, ofrece anualmente unas becas de estudios auspiciadas por dicho intelectual islámico. Y así lo demuestra hoy este diario. La 'sheikha' Mozah Bint Nasser Al-Missned, esposa del monarca qatarí y presidenta de Qatar Foundation, estableció el llamado Centro para el Pensamiento Moderado Al-Qaradawi a través de la citada facultad. http://www.qfis.edu.qa/output/Page136.asp
Al Qaradawi, que tiene vetada la entrada en Estados Unidos y Gran Bretaña, ha llegado a formar parte de la lista de "Sheiks de la muerte" por lanzar proclamas fundamentalistas y en favor de la violencia y el antisemitismo.
Así, Qaradawi no ha tenido problemas en recomendar "el asesinato de mujeres embarazadas israelíes", de dar el visto bueno a los atentados suicidas en el marco del conflicto palestino, de considerar a Hitler un enviado celestial de Alá o de ofrecer su particular opinión sobre cómo tratar a la mujer ("hay mujeres que disfrutan de las palizas"), además de aportar alguna que otra recomendación sobre los lugares del cuerpo donde hay que atizar, evitando que los morados sean demasiado visibles.
"Unicef y Qatar son lo mismo, una ONG", insistía el viernes el vicepresidente Faus. En cualquier caso, debería ser la asamblea de compromisarios del Barcelona, el órgano supremo del club, quien debería decidirlo. Rosell, en su campaña electoral, prometió que las grandes decisiones de la entidad estarían en manos del socio. Llegado ese momento, la junta directiva se ampara en una votación de 2003 para evitar que los compromisarios (tal y como está recogido en los estatutos) decidan si es necesario vender la camiseta. Para que valoren si conviene unir el nombre del Barcelona a Qatar. Para que prioricen el tener asegurado un proyecto deportivo para los próximos diez años o para que luchen porque la camiseta azulgrana continúe siendo un ejemplo de singularidad.
Queda claro que el socio sólo tendrá derecho a la queja. Por desgracia, como siempre ha sido.
P. S. Para completar la información, no duden en leer la noticia publicada por EL MUNDO en su edición del 12-12-2010 firmada por el periodista Pau Farràs.
P. S. (2). El Barcelona ha vuelto a completar una exhibición sin igual, esta vez ante la Real Sociedad. Nos encontramos ante un equipo que no tiene precio, cuya imagen corporativa resulta del todo incalculable (por mucho que Qatar le haya puesto un precio) ante el valor de contar con los tres mejores jugadores del mundo (Messi, Xavi e Iniesta), complementos notables como Villa o Alves, o un entrenador que consigue día a día que sus chicos no pierdan el ansia de victoria. Rosell puede estar tranquilo. Su obra de gobierno estará siempre a salvo con este grupo irrepetible y celestial
http://www.elmundo.es/blogs/deportes/mesqueunblog/2010/12/12/la-mancha-de-qatar.html
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