Las mujeres de Hamas
Publicado en Diario El Mundo
Sal Emergui
Um Mahmud El Abed, una de las cinco mujeres que ayudó a fundar el grupo islamista Hamas en 1987, predica con el ejemplo. Practicando el islam según la interpretación más estricta y figurando en un video póstumo como marca la tradición en el mundo de los shahids (mártires).
Antes de que su hijo Mahmud participara en una «acción de martirio contra los judíos», ambos filmaron su testamento. «Mamá, voy a hacer un acto de martirio, Inshala». Sabes que, si Alá quiere, no volveré más. Son nuestros últimos momentos juntos», le dice el joven aguantando un fusil. La madre le contesta: «Que Alá te proteja. Es lo mejor que podías hacer. Son las mejores noticias que he escuchado. Inshala, tu operación tendrá éxito. Inshala serás un mártir».
Mahmud le besa la frente donde coloca la cinta verde de Hamas. Posan ante la cámara con un arma cada uno. De repente la madre le da un beso. Se ríen. No estaba en el guión. Lo demás sí y Mahmud murió en un ataque de un comando de Hamas que acabó con la vida de tres soldados israelíes.
Um Mahmud es una de las principales voces de las mujeres de Hamas, cada vez más importantes en el grupo islamista que controla la Franja de Gaza. Tras sacrificar a dos hijos en la lucha armada contra Israel, se ocupa ahora de adoctrinar. «¿Cuál es el significado del casamiento? Una no se casa por placer, diversión, tener un vestido bonito o viajar. Se casa para tener hijos, educarles como hombres, criar nuevas generaciones de guerrilleros de la yihad, educados en el islam», exhorta acabando otro rutinario día de conferencias ante el público femenino palestino.
La primera dama de Hamas es, sin embargo, Rasha Rantisi, la viuda del dirigente Abdel Azzíz Rantisi, muerto en un ataque israelí en 2004. Con un gran poder de convicción y profundamente religiosa (se niega a enseñar la cara o cualquier centímetro de su cuerpo a un hombre), es la responsable de la red de guarderías. Un escenario perfecto para que germinen las semillas de su ideario. «El día de su asesinato, mi marido salió de casa y al cabo de siete minutos escuché la explosión. Mi cuerpo empezó a temblar como sólo Alá sabe. Mi lengua no paraba de decir: Gracias a Alá. Estaba tan orgullosa que me prometí no enseñar ni una sola lágrima a Ariel Sharon», cuenta en el documental Mujeres de Hamas de la directora palestina, Suha Arraf.
«En todos mis años como productora nunca ví sus caras. Entrevistaba a los líderes de Hamas y sólo veía la mano de la mujer entregando una bandeja con té y café. Hoy son fundamentales en el movimiento», dice Arraf a EL MUNDO. Son algo más que las abuelas, madres, esposas o hijas de presos y muertos.
Al margen de nutrir y apoyar al brazo armado, son un pilar en el aparato social, educativo y religioso, especialmente durante el bloqueo que trajo más miseria a Gaza. «Mi objetivo era saber qué hay realmente detrás de los eslogans porque no me creo a ninguna mujer que afirma estar contenta que su hijo muera», dice la directora.
Minutos después de pedir a las otras mujeres que tengan descendencia para convertirles en mártires, Um Mahmud llora y ruega a la cámara de Arraf que deje de filmar. Aunque sea sólo unos segundos antes de volver a sentirse orgullosa «por enviarles al paraíso».
Llorar está prohibido y si otras madres ven lágrimas podrían empezar a dudar. La mujer que se desvía es reforzada con visitas personales. Objeto de este lavado de cerebro es Um Shadi, incapaz de disimular su dolor. Dolor de madre. Dolor por no ver más a su hijo Luai, miembro del brazo armado de Hamas, que murió en un ataque contra soldados israelíes.
En un acto de Hamas filmado por Arraf, Um Shadi rechaza hablar. Sus lágrimas son más fuertes que el consuelo del resto de mujeres. «Sigue fuerte y pronto te reunirás con tu hijo en el paraíso». No aceptan su silencio y «lloriqueo». Hamas envía una embajadora a la casa de Um Shadi para asegurarse de que no se repita. «¿Por qué estás triste? Tu hijo está con Alá en el paraíso. Al venir aquí sentía mucha envida por ti ¡Ojalá yo fuera una madre de mártires! La vida tiene cosas muy bonitas pero nada se acerca a la importancia del martirio. Lo que nos quitaron por la fuerza debe ser devuelto por la fuerza. El único camino es la yihad», le dice con tono firme. Pero Um Shadi llora. Prefiere un hijo en casa al que cuidar que un mártir en el paraíso al que llorar. Prefiere a Luai sentado en su cuarto que colgado en un póster de Hamas.
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