Plácido Domingo: "Cantaré mientras el cuerpo aguante"
El tenor, barítono y director representa la obra Iphigenie en Tauride, drama griego de Gluck, en el Teatro Real de Madrid
HENRIQUE CYMERMAN
Jerusalén Corresponsal
Lavanguardia.es. Cultura
29/01/2011
"Nunca pensé que personalidades y reyes acudirían a saludarme. Cuando hace medio siglo empecé mi carrera en Israel junto a mi mujer, Marta, no sabía dónde iba a ir. Ni por asomo. Llevo 50 años, y me parece increíble seguir cantando a los 70", afirma Plácido Domingo a La Vanguardia en una entrevista exclusiva, el martes pasado sobre el escenario del Teatro Real, tras saludar a la reina Sofía y tras recibir una entusiasta ovación del público. Le acompañamos durante dos jornadas. Horas antes de la función del Teatro Real, visitamos el camerino del tenor, barítono, y director, considerado por muchos como el mejor de la historia. Domingo ensaya la obra Iphigenie en Tauride, drama griego de Gluck, que minutos después interpretará ante el público.
Tras medio siglo de actuaciones, ¿aún siente desasosiego antes de subir al escenario?
Ya estoy nervioso. Siempre que tengo que salir al escenario siento los nervios aquí (apunta al estómago).
Cuando termina la actuación le esperan cientos de amigos y admiradores. Él habla con todos durante más de una hora. Nos citamos el día siguiente en el teatro de la Zarzuela, para una charla más amplia.
Su amigo Zubin Mehta, director de la Filarmónica de Israel, le dijo anteayer que es un milagro que su voz siga tan pura con 50 años de carrera. Y además recientemente usted superó un problema de salud…
Cuando empecé a cantar algunos profesores y directores de escena dijeron: "Este el año que viene ya no cantará". Me han "retirado" tantas veces y, en algunas ocasiones, puede ser que alguien haya tenido algo de razón. Hay momentos en que estamos cansados. Lo único que yo siempre he pedido es que no haya maldad en lo que se dice. Es cierto, hay momentos muy difíciles, que tienen que ser superados por todos los seres humanos y que nos hacen cambiar. Yo había terminado mi función en el Metropolitan y me marchaba a Japón al día siguiente. Cuando me lo dijeron [sufría de un cáncer de colon] yo que nunca me había desmayado en toda mi vida, sentí que me iba desmayar. Afortunadamente, tras cinco semanas volví al escenario. Yo creo que la ilusión, la pasión, la entrega, y saber que tienes que estar frente al público es algo que te mantiene joven.
¿Es esa pasión la fórmula para llegar tan lejos?
La pasión es una fórmula para llegar lejos. Y también el haber tenido una buena salud. Y la guía y el control de Marta, que tiene unos conocimientos, una intuición, y, enseguida se da cuenta si algo está bien, si se puede mejorar. Una de las razones por las que he llegado a cantar tantos años y he llegado donde estoy es precisamente por haber estado en Israel. Había un crítico, Salomon Khan, mexicano e israelita, que en sus viajes a Tel Aviv se enteró que necesitaban una soprano y un tenor. Enviamos una cinta grabada de aquellos tiempos, unas fotos, y nos contrataron. Esa experiencia maravillosa entre 1962 y 1965, cuando yo tenía 21 años, nos hizo cantantes. Canté 282 funciones en dos años y medio. Nunca lo he vuelto hacer. Fue una escuela extraordinaria en la antigua ópera de Tel Aviv. El día que yo cantaba, Marta hacía la cocina. El día que ella cantaba, yo hacía la cocina. Y el día que cantábamos los dos nos íbamos a un restaurante a comer. En el debut de Marta, en el día que cumplí 22 años, cantamos juntos La Bohème.
¿Tiene alguna raíz judía?
Que yo sepa no. Nunca se sabe. Aunque un español tiene que tener algo de árabe o algo de israelita.
Se acaba de publicar una biografía sobre usted. ¿Hay algún aspecto de su vida que sea menos conocido en el mundo?
Quizás que la zarzuela son mis raíces. Es donde mis padres fueron grandes cantantes. Pudieron haber sido cantantes de ópera, pero en su época todos los teatros les querían. Hicieron estrenos mundiales, tenían gran prestigio, y no pudieron hacer la carrera de ópera. Pero la zarzuela les ha llevado por todo el mundo. Es mi pasión. Es la primera música que he oído en mi vida.
Y usted, ¿qué ha pedido a las 70 velas que acaba de soplar?
Para toda la humanidad, paz y tranquilidad. En lo personal y familiar, que pueda seguir viajando por todo el mundo con nuestros hijos y nuestros nietos. Como artista, confieso que nunca pensé que llegaría a los 70 años cantando… Ahora pediría unos añitos más de seguir cantando y dirigiendo. Yo tengo que vivir en el teatro toda mi vida.
Pero hace falta estar en muy buena forma, ¿no?
Los conciertos son difíciles también porque estás cantando lo mejor, lo mas difícil de las óperas o de la zarzuela, todo el tiempo. Pero yo soy una bestia del escenario. Sí, la verdad que sí. Me encanta vivir los personajes.
¿Qué recuerdo tiene de los tres tenores? Algunos les criticaron, muchos les aplaudieron.
Yo creo que efectivamente eso fue determinante para mucho público, que pudo así acercarse al mundo de la ópera. Yo recibí cientos de cartas y de mensajes en Internet, de personas que antes no habían estado en la ópera. Desde entonces han hecho suscripciones, y compran todos los discos. Todo gracias a ese concierto.
Ha cantado para tres papas, tres presidentes de EE.UU., cinco juegos olímpicos, y en la ceremonia de la caída del Muro. ¿Cuándo asumió que es un fenómeno fuera de lo común?
Eso de fenómeno nunca lo he entendido. Yo hago algo que me parece normal, que estoy orgulloso de hacer, que es un privilegio. Poder hacer feliz a la gente. Cada día me maravillo que todavía lo pueda hacer. En España decimos que mientras el cuerpo aguante, y hasta que Dios quiera.
De niño quería ser futbolista.
Me gustaba muchísimo el fútbol y claro que pensaba en ello. Yo creo que hay pocos niños españoles que no hayan querido ser futbolistas o toreros.
¿La política le interesó?
La política es fascinante, pero al mismo tiempo es tan complicada... No creo que lo hubiera hecho. Porque siempre hay que luchar en lo que hacemos. En mi campo, tienes menos gente en contra. Yo creo que es más fácil, hay menos dolores de cabeza en la carrera que he tenido la suerte de tener. Es un privilegio.
Pudo conocer a las principales personalidades del último siglo. ¿Quién le impresionó más?
Quien me impresionó muchísimo fue el papa Juan Pablo II. Y después he admirado mucho a Mandela, y también a Yitzhak Rabin que, desgraciadamente, tenía grandes ideas, pero no le permitieron llevarlas al cabo.
¿Cómo querría ser recordado?
Como alguien que trató de llevarse bien con todo mundo, no entrar en polémicas y, sobre todo, alguien que intentó llevar paz y hacer feliz al público.
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