Sobre Israel opinamos todos |
Posted: 06 Mar 2011 01:10 AM PST Mientras la sangre sigue corriendo en Libia y la democracia no ha llegado ni a uno de los países árabes donde ha habido revueltas, en Occidente nos disponemos a celebrar la semana del carnaval antisemita. Carnaval porque palabras como "solidaridad", "libertad" o "derechos humanos" disfrazan propuestas de persecución, vigilancia y deslegitimación propias de los años 30 del siglo XX. Antisemita porque bajo ese disfraz se esconde el viejo y totalitario tic de erradicar cualquier cosa que tenga que ver con los judíos de la vida cotidiana, incluyendo las estanterías del supermercado o los escenarios artísticos. Y todo ello mientras los verdaderos opresores de los palestinos en Gaza, los radicales islamistas de Hamas, dan palmas con las orejas viendo cómo occidentales a los que ellos desprecian hasta al repugnancia organizan una astracanada que sirve perfectamente a sus intereses. Que no es liberar a nadie, sino oprimir a todos. Y aquí en España hemos empezado con entusiasmo, como siempre que salimos corriendo en la dirección equivocada. Hasta seis universidades públicas han cedido sus instalaciones para celebrar actos en los que con la excusa de liberar Gaza se justifica la opresión. Algo falla cuando lo que se suponen centros de investigación y debate se ponen al servicio de la consigna y cierran los ojos ante la tortura al pueblo que se pretende "liberar". Que se lo digan a los presos políticos que hay en las cárceles de Gaza, a los familiares de los asesinados o a los jóvenes asfixiados por el sistema educativo (es un decir) de Hamas. Por ellos nadie alza la voz. Tampoco podía faltar el habitual concierto. Ya se sabe: cuando no pienso, canto. Y entre canción y canción las consignas entran mejor. Porque, verán, no se trata de explicar nada sino de apelar a la masa. Algunos de los cantantes encima tienen el morro impresentable de decir que el participar en el concierto les puede traer consecuencias negativas. No, muchachos, lo que os puede cerrar todas las puertas es hablar a favor de la democracia israelí y del derecho de Israel a no ser destruido. Hacedlo y veréis como os persiguen con afán perruno y tratan de silenciaros. Se lo habéis hecho ya a Noa que era de la vuestra banda hasta que se le ocurrió decir que sus hijos tenían derecho a un país donde vivir sin miedo a ser exterminados. Y que ese país es Israel. Pero lo peor es que encima las personas que defienden esto han sacado la máquina de repartir carnéts de demócrata que al parecer les dieron al nacer. Y se ponen a dar lecciones de democracia a los demás. Pues verán, Tom Segev, es un historiador israelí de esos que el antisemitismo enarbola como ejemplo de "judío bueno", es decir, que critica durísimamente la formación de Israel, y les sirve de coartada para decir que ellos no son antisemitas. En su libro The Seventh Million (Owl Books) relata como durante un tensísimo debate político el Parlamento israelí fue atacado físicamente por partidarios de lo que entonces era un partido de la derecha más dura. Al día siguiente Ben Gurión se dirigió a la nación por radio y aseguró que la democracia era algo irrenunciable, que los hechos eran gravísimos y que no iba a permitir que Israel dejara de ser una democracia. Y terminó: "No permitiré que el Estado se Israel se convierta en una Siria o una España". Era el año 1952, cuando, en España, en las familias de muchos de los que van a esos conciertos, de los que cantan --y personalmente algunos de los que ceden las universidades al antisemitismo-- cantaban el Cara Al Sol. Lecciones de democracia. |
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