VIOLENCIA EN KIRGUISTÁN
Alberto Jabiles*
Kirguistán es una ex república soviética cuya capital es Biskek. Por lo escarpado de su relieve este remoto país es conocido como "la Suiza de Asia Central". Independiente tras la caída de la cortina de hierro hace 20 años, esta nación agrícola y ganadera, hogar de 5.300.000 personas, ha sido foco de tensión entre las dos étnias que mayoritariamente lo habitan: los kirguises y la minoría uzbeka.
Derivado de esta volátil situación se han venido sucediendo enfrenamientos violentos entre ambos grupos antagónicos, derivado de lo cual han muerto cientos de personas en los últimos años. En abril pasado fueron asesinados 87 ciudadanos tras el golpe de estado en contra del dictador Kurmanbek Bakiyev, hoy refugiado en Bielorusia. Sumado a esto, en días recientes, por lo menos 46 personas murieron y más de 600 resultaron heridas cuando un conflicto de origen étnico estalló en Osh, la segunda gran ciudad del país.
Desde esta columna condenamos dichas muertes por más lejanas que estén ocurriendo y exigimos que tanto los ejecutores de estas masacres así como sus mentores políticos en Moscú y Minsk sean arrestados, conducidos ante la justicia internacional, juzgados y de ser hallados culpables, condenados por todo el daño hecho a la población.
Sin embargo llama nuestra atención la poca cobertura que le prensa mundial le ha dado a la situación en Kirguistán en un mundo globalizado en donde la información fluye a la velocidad de la luz. Peor aún, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas no ha sido convocado a una sesión de emergencia y por lo tanto no ha sido aprobada una sola resolución condenatoria a la masacre perpetrada. Ni siquiera la Organización de la Conferencia Islámica ha sido capaz de emitir algún tipo de condena quedándose de brazos cruzados a pesar que la mayoría de los pobladores de Kirguistán profesan el islamismo sunita en su rama Hanafí, la más abierta a las ideas modernas.
Que vergüenza dan aquellos que esta vez se quedaron callados pero que en otras ocasiones son los primeros en rasgarse las vestiduras cuando una democracia como Israel se defiende de los embates del terrorismo islámico promovido por Hamás, Hezbollah y demás organizaciones calificadas como terroristas, similar a la de aquellos que callaron cuando decenas de estudiantes iraníes fueron asesinados por las fuerzas de represión de la Guardia Republicana tras el fraude electoral que permitió la reelección del tirano Ahmadinejad el año pasado. Son esos mismos que nada hacen cuando el dictador Mugabe encarcela a líderes de la oposición en Zimbabwe o cuando Hugo Chávez amenaza con cerrar los pocos medios de comunicación libres que a duras penas funcionan en Venezuela.
¿Para que el tema kirguisés sea relevante hará falta lubricar con petróleo a aquellas plumas prolíficas en ataques antisemitas cuando Israel se defiende de embates terroristas disfrazados de "misiones humanitarias" pero visiblemente mudas cuando suceden violaciones a los derechos humanos en otras latitudes?
¿Alguien les habrá dicho a las Organizaciones No Gubernamentales financiadas por gobiernos dictatoriales que, de vez en cuando, aunque sea para salvar las apariencias, deben abrir su boca en temas que no estén vinculados a un sistemático ataque a Israel buscando deslegitimar su derecho a la existencia?
¿Sabrán el inefable juez Goldstone de la existencia de un país llamado Kirguistán y que en él los derechos humanos de sus habitantes están siendo violados? ¿Por qué guarda silencio aquel periodista de La Prensa de Panamá cuyo reciente artículo antisemita ha dado la vuelta al mundo tras utilizar argumentos del Tribunal del Santo Oficio y de los Protocolos de los Sabios de Sión en contra de la Comunidad Judía panameña?
¿Y en donde está la voz de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, pródiga en condenar a Israel? ¿Quizás sus delegados están de vacaciones en los lagos de Ginebra o más bien esperando recibir instrucciones de sus gobiernos porque un soldado israelí fue fotografiado por Reuters mirando feo a un terrorista islámico y la gráfica fue manipulada con fotoshop?
Preguntas retóricas cuyas respuestas entran en el plano de lo absurdo ya que nos hace ver la doble moral con que se maneja el mundo plagado de antisemitas que, cual titiriteros, hacen que las marionetas condenen a Israel cuando ejerce el derecho a la defensa que le compete a toda democracia que vive bajo la amenaza del terror.
Israel, a pesar que emplea las herramientas que le confiere la legislación internacional a fin de impedir el contrabando de terroristas y armas a la Franja de Gaza, es considerado por algunos como el judío de entre las naciones, heredando siglos del antisemitismo inmisericorde que fluye por las venas de algunos gobernantes y periodistas que la condenan y maldicen de forma incesante.
Decenas han sido las veces que desde este lugar hemos advertido que la nueva ola de antisemitismo, disfrazada de antisionismo, se ampara en una supuesta plataforma política e ideológica de rechazo hacia el sionismo y la existencia misma de Israel. Hoy los antisemitas han sacado de sus archivos los viejos argumentos de odio procediendo a hacer una metamorfosis estética de términos, suplantando la palabra "judío" por "sionista" y "solución final" por "ilegitimidad de Israel".
Y si algo hemos aprendido también nosotros es a no descuidarnos y a evitar caer en las trampas que el antisemita nos pone en frente, porque, moldeando su discurso a las necesidades contemporáneas, disimula y moderniza sus argumentos de odio en contra nuestro. Eso de estar diciendo por allí "judío mugriento", "judío conspirador" "judío tacaño" y "judío asesino de Dios" entre otras muchas cosas más, ya no caen bien y hasta pueden acarrear consecuencias legales y penales en el ámbito internacional imputables a personas directamente responsables de los ataques y que no podrán ampararse en la inmunidad que su cargo político o profesión les confiere.
Por cierto. Si en algo pudieran atacar a los judíos por los terribles eventos de Kirguistán ya nos lo hubieran hecho saber por medio de sus ataques mediáticos.
De esta condena, por lo menos, nos salvamos.
*Alberto Jabiles es Vicepresidente Ejecutivo del Distrito XXIII de B´nai B´rith Internacional Norte Latinoamérica y el Caribe
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