Revelaciones inéditas sobre el israelí cautivo en Gaza
En las entrañas del cautiverio de Guilad Shalit
Shalit lleva tres años y casi tres meses sin ver la luz
El periodista Saliman a-Shafi ha recogido testimonios palestinos reveladores
En este tiempo la situación física y mental de Shalit se ha deteriorado mucho
Sal Emergui | Jerusalén
12/09/2009
Minutos antes de meterse en el túnel de Gaza que les llevará a la base militar de Kerem Shalom (Israel), los ocho milicianos palestinos -con cinturones de explosivos- reciben la visita del jefe del brazo armado del grupo islamista 'Hamas', Ahmed Jabari. Su última consigna, antes de rezar: "El pueblo palestino espera que traigáis logros de la base militar. Debéis volver con un grupo de soldados y no solo uno. Para eso, os hemos instruido".
Tras el ataque de esa mañana del 25 de junio del 2006, el comando regresó con uno solo, Guilad Shalit, que hace unos días celebró en el cautiverio de Gaza su 23 aniversario. Mucho se ha informado sobre las negociaciones para su liberación ('Hamas' exige su canje por 1.000 presos palestinos) pero poco sobre su paradero. Se sabe que está vivo pero ¿dónde? ¿Quién se ocupa de su vigilancia? ¿Cómo se encuentra? ¿Cómo 'Hamas' le ha hecho desaparecer, lejos de los tecnológicos ojos del Ejército israelí y las bocas delatadoras de los colaboracionistas locales?
El conocido periodista Saliman a-Shafi ha recogido numerosos testimonios palestinos que revelan respuestas hasta ahora desconocidas. El resultado es el libro 'El cautivo-una mirada desde Gaza', cuyos principales extractos han sido adelantados por el diario israelí 'Yediot Ajaronot'. Con el permiso de la familia Shalit, promociona la obra como "la primera vez que se describe lo que vivió Shalit desde el secuestro hasta el día de hoy".
A-Shafi relata que minutos después de ser apresado y aún en 'shock', Shalit gritaba: "¡Mamá... mamá... no me matéis... no me matéis... no quiero morir!". En el túnel de vuelta a Gaza, intentó resistirse pero los miembros del comando le apalearon hasta conseguir su silencio. Al mismo tiempo, le dejaron en calzoncillos por temor a que tuviera incorporado un chip de seguimiento. Llegan a Rafah, al sur de Gaza, donde se topan con posiblemente la única persona que ha visto a Shalit, al margen de 'Hamas'. "Vi dos hombres armados y en uniforme militar llevando a un joven herido. Fui hacia ellos para ayudar pero me gritaron que no me acercara (...) Para mi sorpresa, me dí cuenta de que el herido no era palestino, tenía la piel muy blanca. Un miliciano me dijo que era un soldado israelí y que me largara".
Shalit lleva tres años y casi tres meses sin ver la luz. Siempre en un sótano minado con explosivos. Siempre custodiado por seis milicianos de 'Hamas' (cuatro padres de familia y dos solteros) que solo ejecutan las ordenes de Jabari, el verdadero dueño del destino de Shalit.
'Morirás como un perro'
Según los testimonios, le habrían escondido en cuatro lugares subterráneos diferentes, al margen del refugio temporal en el principal hospital de Gaza durante la masiva ofensiva militar israelí iniciada con un ataque aéreo. Aunque estaban en un bunker, Shalit y los seis guardianes escucharon las explosiones. Jabari ordenó su traslado a un lugar más seguro, el Hospital Shifa, al que llegaron gracias a una ambulancia al servicio de 'Hamas'. "Sólo tres personas sabían que Shalit se encontraba en el hospital: Jabari, su emisario especial y el conductor de la ambulancia, un destacado miembro del brazo armado", revela el libro.
Ocurrió lo que muchos temían: "Uno de los guardianes irrumpió en el cuarto de Shalit, le golpeó en todo el cuerpo e intentó estrangularle. Los cinco restantes tuvieron que separarle. Al parecer, le acaban de informar que su hermano había muerto por fuego israelí". Jabari se enfureció por esta violenta agresión ya que desde el primer momento les ordenó "mantenerle vivo y en buen estado". Su supervivencia es básica para el canje por los 1.000 presos.
Cuando un misil israelí impactó cerca del zulo, uno de los milicianos gritó al soldado: "¡Nosotros moriremos como mártires sagrados y tú como un perro!". "Llegaremos al paraíso y tu te quemarás a manos de tu Ejército y te morirás como un cerdo", le dijo otro.
La situación física y mental de Shalit se ha deteriorado profundamente. Según el libro, un inexperto paramédico fue el elegido para tratarle las graves heridas de la mano. Y lo hizo, según un miembro de 'Hamas', "de forma salvaje y primitiva".
Cada vez que le informaban de los avances en las negociaciones, Shalit se ilusionaba. Hasta que llegaba la noticia del desacuerdo y los palestinos se lo reprochaban: "Te vas a quedar aquí toda tu vida, tu país no te quiere, ¡prefiere que te pudras a liberar presos!". Hundido y sin esperanzas, Shalit les pidió: "No quiero saber nada de las negociaciones. Sólo avisarme si me liberáis".
Relación de amor-odio con sus guardianes
Sometido a más de tres años de golpes, gritos, amenazas, depresiones, incertidumbre y sufrimiento, Shalit ha establecido una relación de amor-odio con los vigilantes. "Nuestro destino está unido al tuyo", le han repetido los seis centinelas, que son muy creyentes y realizan las cinco oraciones al día. Suelen conversar sobre la situación de Gaza pero también sobre sus familias.
"Según mis fuentes, celebraron los aniversarios del soldado cautivo. Intentaron alegrarle. Le felicitaron, le trajeron todo tipo de frutas y una tarta con velas. Shalit cortó el pastel y lo repartió entre sus guardianes", comenta el autor.
Tras su último derrumbamiento físico y mental, le proporcionaron una televisión "para animarle". A-Shafi escribe que "cuando vio a sus padres, se acercó lentamente a la pantalla y lloró. En una manifestación pidiendo su liberación, vio a su hermano llorando. "Se emocionó mucho", recuerda un miembro de 'Hamas'".
Los últimos y evidentes progresos en las negociaciones, a través de Egipto y Alemanía, son insuficientes. Por el momento. El bloqueo israelí de Gaza, la reconciliación interna palestina e incluso el éxito de la iniciativa del presidente norteamericano, Barack Obama, dependen en gran parte del destino de Shalit.
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