sábado, 14 de agosto de 2010

Fwd: Ana Jerozolimski Una decisión lamentable que debe ser revocada




 
 
 
 

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Una decisión lamentable que debe ser revocada

 Ana Jerozolimski

 

Editorial de Semanario Hebreo

12.8.10

 

 

El gobierno de Israel adoptó recientemente una resolución que avergüenza, a nuestro criterio, a la democracia israelí y que por ende, esperamos haya tiempo aún de cambiarla. Al debatir el destino de 1200 hijos de trabajadores extranjeros que se hallan ilegalmente en el país, se anunció que 800 de ellos podrán quedarse en Israel, pero que los otros 400 deberán irse y serían expulsados 30 días después de la publicación oficial al respecto.


No perdemos de vista los 800 autorizados a permanecer
  en Israel, ya que para criticar lo que nos parece incorrecto, no es necesario quitar valor a la parte positiva de la resolución. Pero no podemos hacer caso omiso del hecho que si los números hubiesen dependido del Ministro del  Interior Eli Yshai del partido ultraortodoxo SHAS, todos estarían destinados a expulsión.

 

La distinción entre los dos grupos fue aprobada de acuerdo a ciertos criterios, permitiéndose que permanezcan en Israel aquellos niños o adolescentes que en el año lectivo que finalizó en junio estudiaron en el sistema educativo, que están inscriptos para el nuevo año que comienza el setiembre, que hablan hebreo, que nacieron en Israel o llegaron antes de cumplir los 13 años, que estuvieron por lo menos cinco años consecutivos en Israel y que sus padres hayan ingresado a Israel en forma legal.

 

 

El problema es que todos los demás, los 400 a los que se dijo que deberán irse, también tienen en Israel a su único hogar. En general, de esos 400, los que no cumplen los criterios adoptados, es "por poco", porque entraron unos meses después de los 13, porque llegaron al año y no nacieron en Israel u otras circunstancias similares. Pero también ellos, aunque no entren en los criterios aprobados por el gobierno,  ven en Israel su hogar, el único que conocen.

 

Además, cabe recordar que en muchos casos, los padres de los niños en cuestión se convirtieron en ilegales debido precisamente a que tuvieron hijos en Israel, algo que no está permitido de acuerdo a los parámetros determinados para los trabajadores extranjeros a los que se le otorga visa laboral en Israel. Eso, de por sí, está mal.

 

El Primer Ministro de Israel Benjamin Netanyahu declaró que la resolución adoptada, equilibra en forma justa entre las consideraciones humanitarias  y la comprensión de la situación de los niños, por un lado, y la necesidad de preservar el carácter sionista y judío de Israel.

 

Pues discrepamos. Es cierto que el pueblo judío tiene derecho a preservar el carácter judío del único estado judío que existe en el mundo. Aquí, valga la redundancia mil veces. Es cierto también que el fenómeno de los trabajadores ilegales, es un problema en varios países de Occidente, que probablemente resulte especialmente acústico en Israel. Pero consideramos que el carácter judío de Israel no se mantiene únicamente garantizando la mayoría judía en la tierra de nuestros antepasados, sino viviendo en ella de acuerdo a determinados valores.

 


A pesar de lo positivo de haber
  autorizado la permanencia en Israel de 800 de los niños y adolescentes en cuestión, la decisión respecto a los otros 400 no responde a esos valores  sino que muestra insensibilidad respecto a un grupo numeroso que por las circunstancias de la vida, ven en Israel su hogar, su único hogar y en muchos casos ni siquiera saben el idioma que sus padres hablaban en su país de origen.

 


Del gobierno en Jerusalem
  cabe esperar mayor altura de miras. En lugar de expulsar a los 400, que piensen y actúen en forma efectiva para impedir la continuación de la infiltración ilegal. Que aprueben sueldos a jóvenes israelíes, por ejemplo los que recién terminan el servicio militar obligatorio, que los incentiven a trabajar en agricultura, en lugar de traer tailandeses, por dar sólo un ejemplo.

 

Es cuestión de recursos y de educación.

 

Es legítimo que se tome medidas para impedir que entren trabajadores en forma ilegal o para que echen raíces quienes tenían permiso por un período determinado -Pero los que ya están aquí, aquellos que ya han hecho aquí sus vidas y como fruto del amor que conocieron en Israel han tenido hijos, deben recibir permiso de quedarse.

 

Honra a Israel el hecho que gente llegada de tantos confines del mundo logren sentirse en el estado judío como en su casa, hablen de la vida digna que pueden tener, ganándose el pan como al parecer no podrían en sus países de origen. Mientras tantos elementos hostiles presentan a Israel en términos negativos, como centro de discriminación e intolerancia, todos esos extranjeros que quieren que Israel siga siendo su casa, demuestran lo contrario. La decisión del gobierno, va en contra de ese mensaje.

 

En medio del enojo y decepción por la decisión del gobierno-que aún tenemos la esperanza pueda ser revocada- nos sentimos en la obligación de hacer una aclaración respecto a comentarios que se han oído a distintos niveles, comparando entre los 400 niños y los refugiados judíos que buscaban ayuda en el mundo a raíz de los trágicos sucesos de la Europa dominada por Hitler.

 


El único punto en el que consideramos oportuna la comparación es el hecho que justamente un pueblo que sufrió tanto como el nuestro, debe tener todas las antenas bien sintonizadas, siempre, para captar cuándo se incurre en una injusticia, cuándo se perjudica indebidamente a alguien.


Pero los 400.nada tienen que ver con las víctimas judías del Holocausto. Sus padres llegaron a Israel a trabajar, algunos legalmente y otros no, a buscar mejor suerte, no a huir del exterminio. Son situaciones totalmente diferentes y es oportuno aclararlo.



En un acalorado debate en la Knesset, parlamento de Israel, diputados de la oposición de izquierda tildaron al ministro del Interior de "racista". Solemos no apresurarnos a acusar categóricamente a nadie de algo tan duro. Pero sí tenemos claro que la kipá que lleva sobre su cabeza, no garantiza que esté interpretando correctamente los imperativos morales del judaísmo. En realidad, está avergonzando a Israel.


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