La nueva exportación de Gran Bretaña
Por Daniel Pipes
DiariodeAmerica.com
La mayor y más larga investigación terrorista emprendida por el Reino Unido finalizaba el mes pasado con la declaración de culpabilidad de tres musulmanes británicos. Su complot de 2006 pretendía volar por los aires aparatos comerciales de vuelos trasatlánticos con la esperanza de asesinar hasta a 10.000 pasajeros. El desastre que se salvó por un pelo ofrece un mordaz recordatorio del riesgo global que plantea el islam radical afincado en el Reino Unido.
La Heritage Foundation llama al islamismo británico "una amenaza directa a la seguridad" de los Estados Unidos y The New Republic lo tilda de "la mayor amenaza a la seguridad estadounidense". El estamento oficial conviene. El secretario británico de Interior presentaba un dossier en el año 2003 en el que reconocía que su país ofrece "un importante trampolín" para el terrorismo. Un estudio de la CIA realizado en el año 2009 concluye que los súbditos británicos de ascendencia paquistaní (que pueden entrar en Estados Unidos con libertad dentro del programa de ingreso sin visado) constituyen la fuente más probable de terrorismo contra los Estados Unidos.
Confirmando, actualizando y documentando estas informaciones, el londinense Centro para la Cohesión Social, dirigido por el distinguido Douglas Murray, acaba de publicar un libreto de 535 páginas, "Terrorismo islamista: las conexiones británicas", firmado por Robin Simcox, Hannah Stuart y Houriya Ahmed. Se compone principalmente de información biográfica detallada sobre dos tipos de autores materiales de lo que llama "delitos vinculados al islamismo" o IROs – que equivale a decir, incidentes en los que las pruebas apuntan a las creencias islamistas como principal móvil de la autoría.
Una lista contiene información de los 127 particulares sobre los que pesa una sentencia de culpabilidad de delitos por islamismo o atentados suicidas de delitos de islamismo dentro de Gran Bretaña; la otra proporciona las biografías de los 88 particulares con conexiones con Gran Bretaña involucrados en actos vinculados al islamismo en otras partes del mundo. El estudio cubre un total de 11 años, 1999-2009.
Los terroristas nacionales británicos exhiben un decepcionante patrón de cotidianidad. Son mayoritariamente jóvenes (edad media: 26 años) y varones (el 96%). Casi la mitad procede del sur de Asia. De aquellos cuyo nivel cultural es conocido, la mayoría fue a la universidad. De aquellos de los que se conoce su empleo, la mayoría ocupa puestos de trabajo a jornada completa o son estudiantes. Las dos terceras partes son súbditos británicos, dos tercios no tienen vínculos con organizaciones terroristas ilegalizadas, y las dos terceras partes nunca han salido al extranjero a asistir a campos de entrenamiento terrorista.
La mayoría de los delitos de terrorismo islamista, en resumen, son perpetrados básicamente por musulmanes corrientes cuya forma de pensar se ha ido alineando con la coherente y convincente ideología del islamismo. Sería de desear que las filas de los terroristas se limitaran a los psicópatas, dado que eso haría el problema menos difícil de abordar y erradicar. Los Servicios de Interior de Gran Bretaña estiman que más de 2.000 particulares residentes ahora mismo en Gran Bretaña suponen una amenaza terrorista, insinuando así no sólo que el "pacto de seguridad" que antes protegía parcialmente al Reino Unido de los ataques cometidos por sus propios musulmanes se extinguió hace mucho sino que el Reino Unido podría enfrentarse a la peor amenaza terrorista interna entre el resto de países occidentales aparte de Israel.
En cuanto al segundo grupo -- islamistas con relaciones con Gran Bretaña que se involucran en ataques fuera del país -- los autores del informe apuntan modestamente que al constituir su información una muestra y no una lista integral, no proporcionan análisis estadísticos. Pero su muestra evidencia el alcance del fenómeno, de forma que compilé una lista de países (y la cifra de autores materiales con relaciones británicas) en los que han tenido lugar delitos relacionados con el islamismo que tienen vinculación británica.
La lista del centro incluye Afganistán (12), Argelia (3), Australia, Azerbaiyán, Bélgica (2), Bosnia (4), Canadá, Francia (7), Alemania (3), la India (3), Irak (3), Israel (2), Italia (4), Jordania, el Líbano, Marruecos (2), Holanda, Pakistán (5), Rusia (4), Arabia Saudí, Somalia, España (2), Estados Unidos (14) y Yemen (10). Yo añado Albania a la lista del centro, donde antes de 1999 tuvo lugar un atentado, y Bangladesh y Kenia, que parecen haber sido pasados por alto.
En total, 28 países han sido objeto de atentados perpetrados por terroristas islamistas afincados en Gran Bretaña, lo que da cierta idea de su alcance global. Aparte de la India, los países que han sido objetivos se dividen en dos tipos claros, países occidentales y países de mayoría musulmana. Un extraño trío compuesto por Estados Unidos, Afganistán y Yemen ha sufrido la mayor parte de los actos terroristas de relación británica.
Este estudio invita a plantear varias cuestiones: en primer lugar, ¿cuánto tiempo necesitarán las autoridades británicas para darse cuenta de que sus políticas actuales -- tratar de mejorar las circunstancias materiales de los musulmanes al tiempo que apaciguan a los islamistas -- pasa por alto el imperativo ideológico?
En segundo, las pruebas examinadas hasta la fecha tienden a apuntar a actos relacionados con el islamismo que en total consolidan la causa islamista en Gran Bretaña; ¿seguirá siendo éste el patrón incluso cuando la violencia persista, o provocarán con el tiempo los actos vinculados al islamismo alguna represalia?
Por último, ¿qué hará falta en términos de destrucción para que los gobiernos no británicos centren sus protocolos de inmigración en ese punto porcentual o dos de súbditos británicos del que salen exclusivamente los autores de los atentados - la población musulmana? Tan desagradable como sea esta perspectiva, es mejor que volar por los aires.
http://www.diariodeamerica.com/front_nota_detalle.php?id_noticia=6189
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