La legitimidad de Israel
Julián Schvindlerman
LA PRENSA (PANAMÁ) –
17/7/10
Ningún estado en la actualidad está siendo amenazado como el Estado de Israel lo está. Sobre él recaen regularmente fatuas genocidas emitidas por jeques islámicos radicales, su bandera es quemada en manifestaciones desde Gaza hasta Islamabad, son vociferados llamados a su destrucción por parte de un estado-miembro de la ONU (la República Islámica de Irán), y en los últimos años solamente, ha sido víctima de una cantidad tal de atentados terroristas y ataques con cohetes que hacen de su seguridad nacional la pesadilla de cualquier estratega. Israel vive bajo permanente estado de asedio psicológico y militar.
Y sin embargo, Israel es la nación más incomprendida del mundo… y la más condenada. Sólo a Israel -el único estado judío entre doscientos en el globo- se le cuestiona su derecho a existir, y sólo a esa pequeña nación se la interroga continuamente a propósito de su legitimidad. Ningún otro país es tan cotidianamente comparado al colonialismo europeo, a la Sudáfrica del Apartheid, incluso a la Alemania Nazi. Esto conlleva a su aislamiento global. Al presentar al estado israelí como un estado paria más allá de toda civilidad, se lo ubica en oposición a la opinión pública mundial. Pues ¿quién toleraría a un país que se comporte conforme a las ideologías más atroces del siglo XX?
En consecuencia, resultará vital clarificar acerca de la naturaleza de Israel, su historia y su presente. Como las restricciones de espacio atentan contra esta mayúscula empresa, limitémonos a postular lo siguiente. Si Israel fuese un estado Apartheid, ¿cómo se explica la existencia de diputados árabes en su Parlamento? ¿De académicos y estudiantes árabes en sus universidades? ¿De jueces árabes en su Corte Suprema? ¿Incluso de miembros árabes en el Gabinete nacional? ¿Acaso son las mezquitas e iglesias árabes de Israel profanadas y sus poblados atacados? En rigor, la población árabe de Israel goza de mayores libertades políticas y derechos civiles que sus hermanos árabes en países de mayoría y gobierno árabes. Si Israel fue un producto del colonialismo europeo para servir de frente a sus intereses en el Medio Oriente, ¿entonces por qué arrestó y ahorcó la Oficina Colonial británica a combatientes sionistas en la lucha independentista? ¿Por qué impuso Gran Bretaña restricciones a la inmigración judía a Palestina, llegando incluso a retornar barcos de refugiados judíos al infierno nazi? Si el estado judío era una lanza colonial ¿por qué se abstuvo Londres en la votación de la ONU que validó el establecimiento de Israel en 1947? En rigor, Los pioneros judíos que labraron la tierra en Palestina, secaron pantanos, trazaron redes eléctricas, construyeron escuelas y hospitales, museos y orquestas musicales, no estaban al servicio de ningún imperio. Si Israel fuese un ente nazi, ¿no deberíamos estar viendo a los árabes y a los palestinos ser arrancados de sus hogares y enviados en trenes a campos de exterminio? ¿No debiéramos oír de selecciones, ejecuciones, fosas comunes, y gaseamientos? ¿No debiéramos ver cotidianamente pogromos anti-árabes y multitudinarias manifestaciones callejeras israelíes clamando por el aniquilamiento de la minoría árabe y de la población palestina? En rigor, la acusación es tan descabellada que el intento de refutarla luce indigno.
La creación de Israel en 1948 fue justificada, como lo es su preservación como un estado judío en la actualidad. Israel es el único estado no árabe-musulmán en una región habitada por una veintena de estados árabes (más la Autoridad Palestina), y si nos extendemos más hacia el Oriente hallaremos otros treinta y siete estados islámicos no-árabes en los cuáles los musulmanes han podido ejercitar su derecho a la auto-determinación nacional. Quién se manifieste a favor de la auto-determinación nacional de los musulmanes (y de los demás pueblos) menos el judío, claramente está incurriendo en un acto discriminatorio, y como tal acto discrimina negativamente contra los judíos, resulta incuestionable que es un acto basado en un prejuicio.
Israel deriva su legitimidad de la conexión histórica del pueblo judío con la Tierra de Israel -respaldada jurídicamente mediante el reconocimiento extendido por las Naciones Unidas al momento de su fundación como estado moderno- y, en palabras de José María Aznar, "del mismo derecho a la auto-determinación nacional reclamado por todas las naciones".
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